Hace 40 años,
eran muy pocas las calles de San José de Mayo que tenían arbolado. Muy notorios
los plátanos y las palmeras de Yaguarón, acompañados en espacios abiertos por una
gran diversidad de especies.
Con el
entusiasmo del retorno a la democracia, a mediados de los 80 hubo un
reencuentro institucional con la efímera CONAPRO y con ella variadas
propuestas, entre ellas la impulsada por Malán, edil de la Unión Cívica,
tendiente a impulsar la plantación de árboles.
Invitado a participar
en alguna reunión, al ser en aquel momento el agrónomo local de orientación
forestal, pude apoyar al entusiasta y laborioso curul, que entre sus objetivos
estaba el Vivero Municipal que se concretó en la primera intendencia de
Chiruchi.
Entre los
objetivos del vivero estaba el posible suministro de plantas a productores para
montes de abrigo y sombra e impulsar el arbolado de las calles.
El fomento
de estas plantaciones agrarias nunca se desarrolló, creemos fundamentalmente
debido al escaso interés de la mayoría de los productores.
Nuestra propuesta
para las calles fue el fresno americano, debido a su porte mediano, enraizamiento
vertical, dioico, con alta disponibilidad de semillas(sámaras), y facilidad de
producción.
Natural de
todo el centro- este de USA, el “green ash”, llamado así debido al verde parejo
de sus hojas, es el emblema estatal de Dakota del Norte. En su ambiente nativo puede
llegar a los 25 metros, creciendo en tierras bajas con buena disponibilidad de
agua.
Muy colorido
en otoño, tolerante, su follaje está acotado a las horas de luz, lo que permite
desarrollar rápidamente sombra en primavera y acelerar la caída en otoño,
independiente de las variaciones térmicas.
En aquel
momento señalábamos como un inconveniente la posibilidad facilitar el
desarrollo de larvas urticantes, que en los hechos no sucedió, debido tal vez a
que en ambiente se fue tornando cada más cargado de insecticidas, con la
consiguiente reducción de la población de mariposas.
Sí se plantearon
inconvenientes debido a la caída masiva de hojarasca, hecho que sin embargo
podría ser utilizado positivamente, dándole un destino como insumo de compost.
Estas latifoliadas a diferencia de las coníferas pueden ser un buen suministro
de materia orgánica y minerales, sobre todo creciendo en el fértil suelo de San
José.
La idea era
que desarrollara su porte natural, limitando las podas a ramas que molestasen
la visibilidad vial o que afectaran el cableado y los desagües de las fincas.
Lamentablemente,
la falsa y vigente creencia de que “los árboles se podan”, atendible para
alguna especie ornamental en determinadas condiciones, en este caso los condenó
a deformaciones difíciles de corregir. En los últimos tiempos el manejo que se
les ha dado es mejor, e busca de su porte normal.
Siendo una
especie de alto valor maderero para ebanistería, carpintería en general, mango
de herramientas y como leña, en aquel momento propusimos incorporarlo al monte
nativo.
La idea era
acelerar el proceso natural de diseminación a través de las corrientes de agua,
incorporando semillas aguas arriba. Esta colonización natural para la especie,
es observable en algunos arroyos como el Pando y está presente, entre otras, en
el monte ribereño del medio y bajo San José.
Este proceso
de agregar especies a las selvas marginales hoy lo consideramos indeseable
debido a la alteración del sistema, particularmente en el área entomológica. En
este sentido, la realidad muestra que la naturalidad de nuestros montes sureños
está perdida, en manos del ligustro, verdadera plaga nacional.
Respecto al
arbolado de las calles opinamos que es deseable abrir las opciones a otras
especies, algunas ya presentes como arces, otros fresnos, liquidámbar,
ciruelos, paraíso y robles. También algunas nativas de gran porte como timbó,
ibirapitá, lapacho (ipé), que confinadas a las veredas reducen su tamaño como
una suerte de “bonsai”, cuidando manejar el hábito horizontal de sus raíces, ya
que en algunos casos se extienden, como una forma natural de reproducción clonal.
Consideramos que en el arbolado de calles, es deseable seleccionar los mejores sitios, los que afecten menos a las fincas y el cableado, evitando el ritmo monotono de la equidistancia.
Los plátanos
parecen condenados a su desaparición en las calles, siendo un excelente
ornamental para grandes espacios. Llegó a muchas urbes debido a la conducta esnob,
de dar un toque parisien.
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