A lo largo de la actividad fuera de la función pública,
mis principales experiencias fueron mapeos prediales de suelos, inventarios y
escasos proyectos forestales.
El objetivo, la planificación predial en base a la
edafología y la valoración de madera para compra- venta o sucesiones
patrimoniales.
El factor común fue el uso de nuestras excelentes fotos
aéreas a escala 1:20.000.
La experiencia en suelos sirvió para mejorar y hacer más
sencillos y confiables los inventarios.
En todos los casos, lo básico es definir las Unidades a
relevar: suelos específicos o padrones consistentes, y rodales lo más
homogéneos posible.
Con esto establecido, poder determinar las repeticiones
(polígonos) que surjan de la fotointerpretación.
Las unidades de Mapeo en suelos, generalmente surgieran
de la geología, las geoformas y la vegetación natural. El uso de la tierra
determinaría fases por degradación.
En forestales, separamos rodales homogéneos, en base a composición
específica, densidad y también geoformas que sugieren suelos con crecimiento
diferencial para las plantas.
En los mapas de suelos la composición de las Unidades realizada
en base a taladradas, más o menos frecuentes según la complejidad, para luego,
en el polígono más representativo, seleccionar criteriosamente un Sitio para su
descripción y caracterización más precisa.
El chequeo de otros polígonos de la Unidad de Mapeo, serían
tan necesarios como lo aconsejara la precisión del mapa. En todo ese proceso se
podría ir ajustando la precisión de los límites.
Nunca experimenté con límites difusos, ajustados a la
realidad pues acompañan la variación horizontal (ecotono), casi siempre gradual
entre suelos. Esta práctica la realizó exitosamente Ch. Hatten en los inicios
del relevamiento para CONEAT en el Cristalino.
En el inventario forestal, las Unidades fueron rodales
homogéneos, en los que localizaba 1 o 2 parcelas opináticas (no al azar). En
ellas a lo largo de la fila con una cinta de 30 m, se medía el DAP de todos los
árboles mayores a 7 cm., con regla, o circunferencia con cinta métrica.
Transversalmente a esta fila se hacía una repetición del
mismo largo.
Esto brinda el área y la frecuencia de los fustes. La
altura medida en algunos árboles con hipsómetro de regla de 2m, es el dato
complementario para determinar el volumen, además del coeficiente mórfico
utilizado, que fue 0,42-0.45 para eucaliptus y 0.45 para pinos.
En el caso de arboleda desordenada, como sucede en
parques y selvas nativas, solamente hicimos estimaciones en base a espaciado,
DAP y altura de las especies cosechables.
Admiramos la capacidad de algunos procesadores de madera
cuando “a ojo” estimaban rendimientos. Sospecho que empíricamente utilizan el
método de Bitterlich, sustituyendo la escopeta con su brazo. Lamentablemente
nunca desarrollé mi propia experiencia.
Para herbazales desarrollamos con Hugo May una técnica
similar, con cinta de 15 o 30 metros, bajando una aguja (de tejer) cada 20 cm.
y registrando las especies tocadas por la misma o el suelo desnudo o mantillo.
En pocos casos, en cuadro de frutales, experimenté un
relevamiento de suelos donde lo describía en el centro del cuadro y tomaba una
muestra compuesta para fertilidad en toda su superficie por el método
tradicional, zigzagueando.
Con esto creímos facilitar la aplicación de la
información, a veces algo complicada para el usuario en un mapa tradicional.
Algo parecido fue utilizado para determinar Índice de Sito para globulus en el sur
del país, en un Proyecto de FAGRO, caracterzando el suelo en el centro del Sitio.
En el tema relacionado a la exactitud de lo informado,
tenemos diferente sensación, según el tema.
En los inventarios forestales de eucaliptus, la
conclusión era toneladas de madera para leña y frecuencia de puntales, lo que
podía ser perfectamente confirmado, hecho que logramos con éxito. El caso de
una extensa plantación añosa, mixta y disetánea, que inventariamos para una
sucesión en la zona de Ruta 9 e Interbalnearia, esperamos haber conseguido el
mismo resultado.
En pinos, el resultado se expresaba en pies de madera
aserrada por clase diamétrica. Para un inversor apurado, tuvimos que hacer la
evaluación en el corto plazo de 1 día, al norte de Durazno. La confirmación de
un buen resultado vino del vendedor, que vio frustrado el negocio y me ofreció
otro inventario, en Paso del Puerto.
Con los mapas de suelos, nunca hubo diferencias por parte
del solicitante, creemos que, en gran medida por la naturaleza del tema, dónde
lo más tangible para discutir se relacionaba a la comparación con el IP de
CONEAT.
De todos modos, hubo mapas con los que quedamos muy
conformes y otros que era difícil terminar, pues pensábamos que podía ser
mejor.
Hubo 2 casos en que los mapas de suelos pudieron ser evaluados en base al rendimiento forestal.
En las casi 8000 ha de FANAPEL, la empresa superpuso al mapa un inventario forestal a efectos de tener mejores Índices de Sitio.
En un área similar, la Caja Profesional plantó teniendo un mapa de suelos como base, por lo que en el transcurso de la explotación también daría la posibilidad de tener esos Índices.
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