La cartografía de suelos desarrollada por Suelos del MGAP,
en muchos casos estuvo vinculada a otras instituciones y en otros no pasó de
meras propuestas.
Si bien RENARE realizó cartografías prediales, a fines de
los 50 principios de los 60, con López Taborda, H. Tobler, H. Da Silva y H.
May, cuando el objetivo se incrementó a nivel nacional en 1964, se hizo en
convenio con la Facultad de Agronomía y de hecho funcionó, en sus inicios en
esa casa. El relacionamiento se hizo a través de Luis de León, Artigas Durán y
Abraham Kaplan.
En ese proceso, hubo convenios de asistencia, que
incluyeron visitas de especialistas y becarios extranjeros y cursos de
postgrado a nuestros técnicos, en Francia, Holanda y Bélgica, además de
relacionamientos en la región con Argentina, Chile, Colombia y Brasil.
Particular importancia tuvo la misión holandesa para la
cartografía de la Cuenca de la Launa Merim, liderada por Sombroek, la que
colaboró en la formación de mapeadores.
También existieron vínculos con DINAMIGE, las facultades
de Química y Ciencias y en particular con el Servicio Geográfico Militar para
las bases cartográficas.
El Profesor De León se ilusionaba con una institución que
reuniera la ciencia de la Tierra, que podría haber sido un Ministerio de
Recursos Naturales.
Nunca fue, sí un MOVOTMA rengo, ocasionalmente en
conflicto con el resto de quienes estudiaban, relevaban y gestionaban agua,
suelo, clima, geología, vegetación y fauna.
Cuando en los 80, hubo un incremento de los temas
relacionados al manejo y conservación del suelo, la tarea que había sido
medular para la Dirección de Suelos, el relevamiento, comenzó a retroceder.
Sucedieron algunos cambios, como una mayor participación
de la Facultad de Ciencias, a la que se incorporaron compañeros de suelos:
Panario, Cayssials, Luis de León y más tarde Crossara.
En los 90, la administración Lacalle nos redujo a
División, integrados a Aguas (DSA), sin posibilidades de ordenar gastos y por
lo tanto dependientes del talento y voluntad del director general.
Por esta razón, en esa época, hubo algunos planteos para
la incorporación de Suelos al INIA, que generó diferentes opiniones, algunas de
apoyo y otras, a quienes nos parecía mejor una integración al MOVOTMA.
Con objetivo financiero, bajo PRENADER, nos embarcamos en
investigación aplicada, dejando de lado la básica del relevamiento. Lo positivo
fue el Sistema de Información Geográfica, las experiencias en gestión de
microcuencas y extensión y haber investigado dignamente. Existió un efímero convenio para la Gestión de la Cuenca del Santa Lucía.
A principios de siglo, la dedicación fundamental fue la
gestión sustentable de los recursos suelo y agua y paralelamente, con MVOTMA,
El Plan de Acción Nacional de Lucha Contra la Desertificación y la Sequía, que
fue cajoneado por la siguiente administración
Durante la dirección de Fernando Olmos en RENARE, existió
una gran posibilidad de lograr un Convenio con INIA, que no prosperó y en
cambio, sólo algunos trabajos se concretaron, a título personal.
En este resumen, es importante comentar el vínculo con el Instituto Nacional de
Colonización, a través del cual recordamos el incansable trabajo, muchas veces
no reconocido de Gosi y Bertullo y de algunas Regionales como la de Paysandú.
En ese marco, a fines de los 60, propiciado por De León y
Galland, se formó un grupo de mapeadores, apoyados por el PELS, para el mapeo
de las colonias, lo que se logró satisfactoriamente y es hoy parte del acervo
cartográfico del país.
Más tarde, cuando decaía el interés en el relevamiento, recordamos
haber elaborado un proyecto integrándonos al INC y el BROU, pensando en el
desarrollo sostenible para la Tierra. Eran tiempos donde la solución para
mantener la línea de trabajo era el formato Instituto.
Este INT, Instituto Nacional de Tierras, se presentó a
pocos compañeros y a una legisladora mucho más tarde, cerca de mi retiro. Sólo
una anécdota de nuestros potenciales vínculos, meros sueños para una soberana y
mejor gestión del recurso Tierra.
Copia algo borrosa de la propuesta de INT
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