UNA ANÉCDOTA BOTÁNICA
“Celebramos el año nuevo,
plantando los eucaliptus que el Dr.J.F.De Assis-Brasil le dejara a Cerro Largo
como elocuente obsequio de aprecio.”
El presidente del Consejo
Departamental, Saviniano Pérez, junto a el Jefe de Policía, Juez de Paz, niñas,
trabajadores y vecinos, plantaron con cariño 100 ejemplares de Eucalipto Roca, rumbo
al Hospital de Melo. Niñas, por su “mano”
para las plantas.
Así el periódico El Censor de Melo, de enero de 1926, describía este evento, que resultó más pomposo que el que tuvieron en Montevideo los blancos globulus y los colorados tereticornis, pioneros del Barrio Colón de fines del siglo XIX y de la urbanización de Piria de Jardines del Hipódromo en el XX.
Este sabio, diplomático hasta 1912, botánico, agricultor y ganadero intensivo, había introducido en Brasil 104 especies de eucaliptus. Autor del libro “Cultura dos Campos” tenía su estancia en Piedras Altas, Rio Grande do Sul. Según su opinión hubiese introducido muchas más si “no lo hubieran echado como colono indeseable?”
Allí, desde 1909 sembró el Roca, reconociéndole virtudes, como una gran resistencia al frío (hasta 10° bajo cero) y a las secas, tolerante a terrenos húmedos, crecimiento similar al globulus, formador de buen cerno y además muy fecundo.
Registró crecimientos de hasta 40 metros de altura y ejemplares de 17 años de 30 metros y 50 cm de diámetro, plantados en tierras sin arar.
De Assis en una misión diplomática en Argentina de 1909, visitó la estancia “La Larga” del General Julio Argentino Roca, localizada en Guaminí al sudoeste de la provincia de Buenos Aires.
Allí el jardinero alemán Sr. Hermann, que había trabajado en Petrópolis para el Emperador do Brasil, le presentó este eucalipto desconocido.
Hermann, inteligente y
práctico según De Assis, le mostró este hallazgo botánico, en un almácigo
sembrado con semillas recogidas de un Gunii, donde surgieron plantas diferentes,
las que mantuvo separadas y se convirtieron a los 10 años en hermosos árboles
que ya daban copiosa semilla.
Visto que allí el Gunii sólo convivía con el Tereticornis y la semilla era muy parecida en cálice y grano a este último, supuso que se trataba de un híbrido interespecífico.
El Gunii, coterráneo del Globulus (Blue-gum o roble de Tasmania), era conocido como Maná-gum por ser comestible por el ganado y energizante al estilo de la coca para los humanos, además de buena aptitud para durmientes y postes.
El Tereticornis se
reconocía superior en carpintería.
Llevó estas semillas que denominaron Gunnii Hibrida a Brasil, prometiendo que allí sería Eucaliptus Roca, en “honor a quien había contribuido tanto en los negocios públicos y la economía rural.” Así, el mérito de Hermann se llamó Roca.
Trató de incorporarlo al registro oficial como un hibrido sudamericano, pero los intercambios con el Profesor Maydn, director del Jardín Botánico de Australia, fueron entorpecidos por la Gran Guerra y la única conclusión fue que las hojas eran muy similares al Viminalis. Según Assis la corteza se desprendía parcialmente en placas algo alargadas.
Tuve conocimiento de este episodio en una publicación casi centenaria de la Federación Rural, el ala progresista de nuestros gremios del campo, que mostraba el interés de nuestros jardineros y políticos por la Botánica y la arboricultura. Documento elogioso y profusamente prologado por el Dr. R. Montero y Paullier.
Trabajos actuales de hibridación del INTA argentino buscan potenciar al productivo grandis con el rústico tereticornis. Algo que un jardinero de hace un siglo lograba en base a experiencia y capacidad de observación.
El tereticornis o rostrata era reconocido en la época de Assis por su rusticidad al compararlo con el “flojo” globulus. Es en verdad, el eucalipto más criollo, adaptable a múltiples sitios y fue al principio del siglo pasado muy promocionado por Jaureguiberry.
¿Pero, dónde fue a parar el genoma de nuestro protagonista? Tal vez esté en uno de esos árboles raros, que encontramos al hacer inventarios en “quintas” de eucaliptus. O en una de las astillas coloradas que quemamos.
Montero afirma que
semillas del Roca se vendían en Carlos Bazzani, ex Casa Basso en la Plaza Matriz.
Nunca los observé. En realidad, mínimas fueron mis visitas a Melo. En los 60 una noche en el cuartel en gira de Geología y una visita a misa de domingo en la Catedral, acompañando junto a Krall, Capdevilla y Tuset a Georges Illy, asesor francés en genética forestal, cuando me estaba orientando hacia ese tema, desde la Estación de Bañado de Medina. La última, hace 40 años, breve pasaje en una gira de suelos.
¡Quedará alguno en la
calle del viejo hospital?
Me gustaría saber E.Mail juancasganga@gmail
Publicado en Diario Primera Hora de San José el 7 de setiembre del 2022
Comentarios
Publicar un comentario