Los senderos y caminos creados
por el hombre, siempre tuvieron plantas en su entorno.
Desde las de los “trillos“del
campo natural, marcados por las flechillas, amigas de suelos compactados. Con
el acompañamiento de verbenas y macachines en las banquinas y la mariamol de los caminos colorados, hasta la remontada
del monte nativo siguiendo los alambrados y los palmares del rumbo de los
habitantes nativos, del noroeste hasta el océano.
En las carreteras dominaron las
plantaciones lineales de ritmo monótono, hipnótico, casi siempre con los tradicionales
eucaliptus colorados, las casuarinas ocasionalmente álamos piramidales.
Este tipo de ornamento carretero se
fue sustituyendo por bosquetes aislados, formado por variadas especies, los que
en ocasiones coinciden con las necesarias áreas de estacionamiento y descanso.
En San José esto se desarrolló en las rutas 3 y 23.
Consideramos como forestaciones
lineales que vale la pena conservar, por ser íconos carreteros, las palmeras,
generalmente Syagrus y Phoenix.
El moderno paisajismo carretero
no solo busca valores visuales en su área, sino que en ocasiones trata de
ocultar entornos considerados negativos.
En las áreas urbanas los árboles
de las veredas brindan su sombra. Si son bien elegidos por sus requerimientos y
porte no deberían causar problemas.
Lo malo es que a veces no se
considera la forma de compartir el suelo con las redes, de agua, electricidad y
gas.
Al igual que los arbustos, puedan
molestar la circulación en las veredas y lo que es peor, la visibilidad en
cruces de calles. En San José esto es parte de la situación caótica de estas
áreas, que obliga a los peatones, al alejarse del centro de la ciudad, a
caminar por la acera, con sus riesgos.
Las plantaciones lineales en
calles y carretas, ocasionalmente trasladan su sombra al pavimento,
mimetizándose con las cebras y lomadas, casi nunca bien señalizadas.
Hemos observado con preocupación,
que muchos de los accidentes mortales se deben a impactos en las alcantarillas.
En la ruta Nacional N°1 vemos por
un lado un exceso de alcantarillado en el cantero central debido a innecesarios
“retornos” y poco cuidado en la protección de estas alcantarillas. Además, una
también excesiva señalización, a veces innecesaria, distractora, onerosa y
peligrosa.
Consideramos que debería
suavizarse lo más posible el terreno anexo a las carreteras además de proteger
las áreas de riesgo como las mencionadas, experimentando con vegetación
protectora.
He tenido conocimiento de
experiencias del primer mundo con rosales. Sirve cualquier arbusto denso, poco
leñoso, capaz de absorber el impacto de un vehículo y que se adapte al sitio.
Consideramos con potencial, entre
muchos posibles, al jazmín celeste (Plumbago capensis), que en adición es muy
ornamental.
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