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LAS HORMIGAS DEL BULEVARD


Perseguidas hasta el exterminio a través de huertas y jardines, llegaron hace años a refugiarse en la isla rectangular del centro del Bulevard.

Su prominente nido pajizo pasa desapercibido, protegido bajo un arbusto.

En mi primer encuentro, instintivamente, por deformación cultural, rompí su nido.

Después, acompañé se reconstrucción, evitando pisarlas, admirando su resistencia, viendo sus variados caminos a través del trozo de pradera que las mantiene.
 Circulando lenta o alocadamente, según hiciese frío, calor o se aproxime una tormenta.
Siempre encerradas en su espacio, a lo sumo recorriendo el cemento del borde.
Las he visto protegerse y hasta parece que sienten satisfacción al regresar al nido, luego de la tarea cumplida. Creo entender que cada individuo cuida y quiere al prójimo como a sí mismo, porque siente que son lo mismo.

El arbusto florece, como único intento de trascender su espacio, alimentado con raíces que crecen en el interior del nido.

Sobre el suelo, un cristal se hace visible desde el brillo de su lado mayor. Creado lentamente en los inicios del mundo, se liberó del granito y ahora, aguarda, con paciencia aprendida, un nuevo cambio, para convertirse en suelo.

Sin que ninguno de ellos aparentemente se entere, el wifi invade el vecindario, informando de una sonda espacial que viaja hasta perderse.
 Un científico vuelve a su casa de Ginebra, meditando en su tarea para mejorar el colisionador de protones y crear nuevos universos.

 Un crucero se cruza con una nave de emigrantes.
El estruendo de la pirotecnia festiva se mezcla con el de los cañones de la batalla de Leningrado.

La sabiduría total parece estar igual de lejos de todos, como una última imagen de bienestar universal, entre espejos paralelos.

Para el otoño, parecería que prefieren circular por los cordones de hormigón y otras colonias se apropiaron de casi todos los arbustos. No se atreven a abandonar la isla.


En primavera del 19, ya con calores intensos y seca, varios senderos con tránsito intenso recorrían  los  cordones, utilizando incluso las paredes laterales.
Por momentos abandonaban la isla, e incursionaban en la calzada
.Para el verano, con presencia de seca, se  las vió aventurándose algo sobre la calzada y en la pared del cordón.. 

Para el otoño del 2020, las lluvias acabaron con la sequía y las hormogas circulan por el césped, ajenas a la paranoia humana.
A fines de la estación, algun amago de helada y corto veranillo, la actividad se hizo entrecortada y con escasa presencia, Sañal de senilidad?
Al final del invierno solo circulaban por el cordón del sur.
En primavera 2020, bajaron a la calzada, protejidas contra el cordón sur y con días fríos al final de octubre cambiaron al sendero del cordón norte.

Al iniciarse el 2021, la seca amarilló la isla y un par de arbustos se secaron.

Las hormigas en su nicho subterráneo, esperan, apareciendo esporádicamente en superficie,

Aguantan, intuyendo que cada día la naturaleza biológica y mineral parecen desafiar a los humanos, encerrados en su propia naturaleza biológica, condicionados por el egoísmo y el acaparamiento de riqueza, dejándose sin espacio para vivir en armonía con el resto de los seres vivos.

Retrocediendo con el colonialismo aferrado a tierras y mercados, comida gourmet o chatarra excesiva en algunas sociedades, hambrunas en otras, mantenimiento de la industria de la guerra y los vicios y de las tecnologías innecesarias que abruman cerebros jóvenes. La política y la ciencia como un ejercicio de vanidad y continuismo al servicio, a veces sin darnos cuenta, de los mercaderes.

Ante esto, aparecen excusas que mimetizan los problemas, tales como el Cambio Climático y La Pandemia, propios de la Naturaleza desde que existe.

Nada más natural que la mutación de un ser vivo, buscando sitios favorables para vivir. Nada más inexplicable que algo tan insignificante, mínima expresión de un genoma, ponga en jaque a la humanidad, que pretende conocer el universo, colisiona átomos, manipula la genética.

Será este un mensaje para entender nuestra insignificancia.?

En el verano20-21, la seca dejó pastos amarillos y arbustos secos. Las hormigas circulaban por la acera, como si la isla estuviese tóxica. Despues mermaron y muy pocas deambulaban , hasta desaparecer.

A los márgenes del Bulevard el panorama era diferente, con gran actividad sobre pasturas verdes.

La isla se adornó con nuevos arbustos y espera una nueva colonización.

Siempre esperamos un resurgimiento de la vida, Al final de marzo una solitaria podría ser un último vestigio o una exploradora.

Mientras tanto, en la vecindad, una semilla de manzano germinó en octubre, creció un centímetro por día y hoy es una robusta planta de dos metros. Ejemplos de la sorprendente naturaleza,  como aquél duraznero que por más de diez años generó no más de tres frutos y el pasado año, cuando falleció quien lo había sembrado, se pobló con treinta  dulces esferas doradas.

Con los primeros frios, sólo alguna hormiga, de las muy pequeñas coloradas crean alguna fila.

Con la primavera, siguen ausentes las hormigas en la isla, aunque prospean en el entorno.



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