Algunos
componentes básicos de la naturaleza están disponibles en forma gratuita.
El
aire y el sol, agregan un costo si los queremos acondicionar o transformar en
calefacción o electricidad.
También
los alimentos, extraídos de la flora y la fauna desde tierras y aguas propias o
públicas, al igual que el agua que nos cae del cielo y que corre y se acumula
en lagos y mares.
En
un predio, la que se guarde en un balde, un aljibe, un pozo excavado o un
tajamar, tiene el valor del recipiente. Lo mismo la que podemos, con buenas prácticas, almacenar en el suelo.
Un
suelo agrícola profundo puede llegar a almacenar más de 2 millones de litros de
agua por hectárea. Esto fue tenido en cuenta al determinar los Índices de
Productividad Coneat.
Si
deseamos agua potable para uso doméstico, debemos pagar los costos de OSE. O comprarles a las empresas privadas.
Para
regar, el agua que tenemos almacenada en nuestra propiedad, para ponerla a
disposición de las plantas, tendrá el costo agregado de conducción: más
económica si es por gravedad, más costosa si exige presión y levantes.
El
Uruguay tiene ventajas de relieve, red hídrica y capacidad de almacenaje del
suelo como para producir cultivos de todo tipo, en secano o regadío.
Las
aguas subterráneas son más onerosas, generalmente de poco caudal y a veces
salinizantes. Valen para abrevadero y
uso humano. Sin embargo, existen experiencias aún con aguas termales.
En
el arroz y en la horticultura intensiva, el riego es imprescindible y en el
costo de producción pesa mucho el costo del agua. Si se debe comprar a un proveedor
este costo se incrementa.
En el caso del arroz, el vendedor de agua
arriesga menos que el plantador. En este rubro existe una larga tradición y
experiencia.
Cuando
el suelo está bien manejado y es posible la alternativa de secano o regadío, se
deben calcular muy bien los costos en relación al incremento esperado.
Está
bien decir que el riego le pone un segundo piso al suelo. Pero, a veces, el
costo hace que no haya un plus importante o que puede ser más negocio aquí en
Uruguay comprar tierra, o hacer otra inversión.
Para
competir con la que le llega gratis al predio, los vendedores de agua deberán
ofrecer un precio competitivo, para lograr que el plantador tenga una aceptable
rentabilidad, donde se integran los precios del equipo, el combustible y lo
esperado en cuanto a rendimiento.
Siempre
se ha dicho que el riego funciona como un seguro contra las secas. Hoy día debe
utilizarse con cultivos rentables, que ayuden a amortizarlo.
El
Estado tuvo algunos proyectos de embalses para riego en horti-fruticultura.
Uno
no prosperó, el del Canelón Grande, pues se le adjudicó prioridad a OSE, como
regulador de la reserva de Aguas Corrientes. En nuestro marco legal el uso
humano es prioritario.
Desde
esa fuente, en los 90 se autorizó un levante para una pequeña Sociedad de
Regantes hortícolas.
Otro
en Aguas Blancas, Lavalleja, administrado por Recursos Naturales del MGAP, para
vender agua a varios productores horti-frutícolas, los que la utilizaron con
variaciones, según los vaivenes del mercado. El canon a pagar se ajusta
periódicamente.
A
los cultivos regados tradicionales, se le han agregado otros, como el maíz y la
papa y en el futuro se sumarán hasta pasturas naturales y forestación.
Entendemos
que la nueva Ley de Riego, cambia conceptualmente poco respecto a la anterior y
trata de resolver mejor los conflictos entre lo público y lo privado. La
propiedad del agua que podemos almacenar en nuestro predio está resguardada.
Existe
bastante control en relación a las reservas de agua que trascienden un predio. Si
el espejo de agua ocupa más de un establecimiento, debe haber obviamente
acuerdo entre partes.
Cuando
el agua embalsada, ya no en tajamares, si no en presas de mayor dimensión (en
cuanto a su estructura y el tamaño de la cuenca de captación), las exigencias
para su aprobación las define y controla el Estado, a través de las autoridades
hidrográficas, del MVOTMA y de Recursos Naturales en cuanto a su
sustentabilidad agronómica.
Lo
agronómico pasa por determinar la aptitud del cultivo en ese tipo de tierra y
la necesidad de agua para los cultivos programados
Lo
hídrico es para garantizar el uso ordenado. Se debe entender que un embalse o
una toma directa de un curso de agua, les resta flujo a otras tierras aptas,
generalmente más bajas.
La
adjudicación de prioridades tiene un aspecto técnico, pero también está apoyada
en las JUNTAS de RIEGO, donde participan los vecinos regantes.
Este aspecto debe cuidarse, mantenerlo como Audiencia
Pública incrementándolo al resto de los habitantes. El Reglamento lo debería
dejar claramente establecido.
En
el país están identificadas 6 grandes cuencas que se dividen en 50 menores.
Para cada una de ellas, cuando existan proyectos de riego, debería crearse un Junta.
Para
los nuevos proyectos de embalse con el objetivo de vender agua, confiamos que
el Estado valorará las tierras a inundar, la calidad del agua y determinará un
canon de acuerdo a la inversión y al mercado.
Entendemos
que la nueva Ley pretende facilitar la conducción de agua de los proveedores a
los sitios de consumo. Es un tema de servidumbres de paso.
Como situación a comparar, cabe mencionar el peaje
que se paga por el uso de las carreteras. Probablemente los mismos inversores
actúen en este campo.
Así
podrían surgir novedosos proyectos. Como anécdota, mencionamos el que estuvo a
consideración en los 90, levantando agua desde Arazatí hasta Aguas Corrientes,
como complemento de la reserva de Paso Severino. La infinita reserva del Río de
la Plata es apta, al no ser salina, al oeste de esa punta.
Desde
el punto de vista del riego, dejaría más posibilidades para tomar agua
directamente del Santa Lucía y al pasar en su traslado por tierras muy aptas,
en Rincón del Pino y Libertad, podrían ofrecerse tomas a los productores en ese
recorrido (que puede ser por caminería pública).
Nuestras
tierras se benefician de la alternancia de cultivos y en este concepto entra
también secano-regadío. No deberíamos dejar de tener en cuenta aquellos más
resistentes, cuando las previsiones auguran sequías.
Consideramos
valioso el debate respecto a la nueva Ley de Riego y aún su puesta en
consideración plebiscitaria, porque ayuda a formar conocimiento y opinión
pública.
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