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D.A. LARRAÑAGA: su viaje a Paysandú


Notas geo-florísticas

A principios del siglo XIX, Dámaso Antonio Larrañaga encabeza una misión para el movimiento patriota, que lo lleva a entrevistarse con José Artigas, en Paysandú.

En el viaje a través de la campaña oriental, el clérigo que tenía una sólida formación en ciencias, realiza una serie de valiosos apuntes, que nos interesa comentar. Lo haremos en la temática geológica y florística, aunque también respecto a la fauna hace numerosas observaciones. Para la ciencia de la época, el suelo era la geología.

Estas anotaciones con formato de Diario de Viaje, fue publicado en 2004 por el Centro de Difusión del Libro del MEC, titulado “Diario del Viaje de Montevideo a Paysandú”, subtitulada como la primera descripción de los caminos del Uruguay.

Los mayores aportes creemos fueron la descripción de episodios y características de las poblaciones, sus construcciones y habitantes, en definitiva, de la cultura rural en una región que estaba cambiando.

Un campo que se presentaba prístino, con pastizales sin degradar, sosteniendo caballadas y bovinos abundantes y dispersos, sin ovejas, con pequeñas chacras circundando los centros poblados y el monte, original, aún no diezmado por las máquinas a vapor, solo talado cerca de los poblados.
Sin embargo, en los caminos y algunos campos, observará muchas malezas importadas de Europa, principalmente cardos.

Hasta San José, la ida y el regreso son por el mismo camino, aunque se dirigen a Mercedes siguiendo un rumbo más directo, seguramente igual al de éxodo y regresan costeando el Uruguay y el Plata. También desandan el trayecto Mercedes- Paysandú.
Al principio sufren las heladas, pero no habla de lluvias significativas.

El camino, elemental sendero de carretas, parece evitar los divorcios de aguas y recorre muchos pasos y picadas, seguramente los mejores, sugiriendo que fuese para mejor aprovisionamiento de leña, agua y sombra para los descansos estivales. O tal vez, eligiendo piso firme, gravilloso, escapado de las cuchillas y sus gredas. Larrañaga en ningún momento habla de los llamativos “campo de olas.”

Nos llamó la atención observar que la nomenclatura de los ríos y arroyos de la actualidad, ya existía en aquella época. En cambio, si bien muchos centros poblados no estaban, otros cambiaron de nombre.

Al partir, el 31 de mayo del 1815, cruzando el Miguelete, menciona la importancia de mejorar los accesos a las buenas tierras del oeste de Montevideo, mejorando el puente del Paso del Molino con pizarras que existen del otro lado (Cerro y cercanías). Cuando arribe a Sierra Mahoma, reconocerá también pizarras, y las asemeja a éstas. Denomina así, rocas cristalinas esquistosas de color oscuro. Las Formaciones San José y Montevideo tienen en común a las anfibolitas como rocas de este tipo.



Rumbo a Canelones llega a Las Piedras, que dice lleva ese nombre por rocas de granito rojo que están en el paso del arroyo homónimo (granito de La Paz).

Al cruzar El Colorado describe una tosca colorada de arcilla endurecida, ferruginosa, que en “un ligero ensayo” determina selenita (yeso hidratado). En el fondo de los cursos de agua al oeste de Canelones suelen aflorar rocas del cretáceo, con estas características. (En mi opinión está más cerca de ser Asencio que Migues).

En esta etapa, al igual que en otras que vendrán, dice de la existencia de cardales de Cardo de Castilla, síntoma de suelos fértiles, que subraya es utilizada como combustible en esta zona con pocos árboles. Nombra los Oxalis (macachines), que “hermosean el campo” y su seda en lejía o ácido nítrico sirve de yesca.

Llegando a Canelones, que confirma lleva su nombre por el árbol nativo, observa que los techos de paja están construidos por una “grama”(gramínea) de una especie que bautiza como Paspalum tectorum. También menciona leñosas promisorias para “tenería”, como un nuevo sauce (Humboltiana) y nuevas especies de Schinus (molle) y de Myrtus (guayabo).

Señala las ventajas de repartir tierras bajas cerca del pueblo, las que tendrían leña y agua ya que “en este país lo mejor son las tierras bajas y frescas”. No las que se entregaron a la entrada del pueblo, “un lugar árido y pobre”.

Saliendo de Canelones, a una milla pasan por el Canelón Chico, donde observan abundantes árboles, aunque muy talados, generando ramazón para cercos con el tala “una nueva especie de Celtis espinosa”.


A una legua cruzan el Canelón Grande, de iguales características y un poco más adelante un “extraño arenal” (podría ser un aforamiento de Raigón).


En San Juan Bautista (Santa Lucía) se ven demorados por estar el río crecido, teniendo como colaborador a un vizcaíno viejo” antiguo botero de este paso.

Rumbo al oeste, desde lejos, confunde como manzanos, corpulentos talas y yendo hacia Cagancha describe: “este camino es llano y tan abundante de pastos, que así que nos ladeamos un poco, nos parecía que íbamos sobre un colchón de heno, tanta es la grama que están cubiertos estos campos, principalmente en el día en que no hay aquellas manadas de caballos y ganado que en otro tiempo había” (reducidos por lo que llama guerra civil). Así eran los campos sobre los sedimentos de Libertad.

Pasando este arroyo que dice no tiene arboleda y el paso es pantanoso y hondo, acampan y al otro día salen rumbo a San José, recorriendo “camino llano, abundantísimo de prados naturales”. Este trayecto corre al sur de la actual Ruta 11.

Pasan el Carreta Quemada y el San José, con buenos pasos, areniscosos, aunque algo hondos, con arboledas donde descollaban los sauces ya que quedaban pocos talas. Han transcurrido 3 días de viaje.
Encuentro para el inicio del Éxodo 4 años antes.

Suben a la Villa, que “está en una altura o colina, que daba una buena vista desde lejos”.
Es un poblado con calles de lodo, anotando que las casas nuevas se hacían hacia el río, quedando despoblados los aledaños de la plaza, “por haber caído en vecinos pobres o que tienen posesiones afuera y no cuidaban de edificar”.

Saliendo al norte, costeando el río entre “chácaras” y alguna azotea, cruzan el Jesús María y algunas cañadas hasta el Sauce. Considero que este sendero corre al este del camino a Guaycurú. Al norte del Sauce coincide con este camino y llegan, a 7 leguas de San José al arroyo Espinillo (sería el Coronilla), donde acampan.
 La zona del Sauce, 4 años atrás fue el escenario de las escaramuzas del ejercito patriota con el imperial, en Paso del Rey, previo a la Batalla de San José.

Marchan en dirección de la cuchilla para evitar arroyos y las asperezas de Mahoma, a las que bordearon por la derecha.
Vadean el paso Chaná en el arroyo Mahoma y toman la cuchilla (Cuchilla Guaycurú), viendo a la derecha el río San José y a la izquierda las asperezas. Es una cuchilla con pocos pastos, con macachines y “vis vis (una especie de Ferraria)”, donde observa al costado del camino granito rojo, asperón (roca cristalina de grano fino-piedras de afilar) y pocas pizarras parecidas a las de Montevideo.

Deberían haber pasado por lo que fue hasta hace poco, la Estación Guaycurú.

A 14 leguas de San José, llegan al famoso campamento que denominaron “Venta del mal abrigo”, próximo a lo que hoy es Ismael Cortinas, bastante lejos de la Estación de AFE que lleva ese nombre, al igual que la villa.

Este trayecto, que coincide como en otros tramos, con el del Éxodo, debería estar señalizado y recreado, debido a su enorme riqueza cultural y turística.

El 5 de junio salen hacia el arroyo Monzón distante 3 leguas, llegando en 2 horas y media, cruzando la que posteriormente sería la estancia de Jackson.
Entran en una extensa estancia, con colonos que criaban ganado en pequeñas porciones y una gran población de caballos salvajes. Su estadía fue mucho mejor que la de la “Venta, en una excelente vivienda, con una gran cena.
Esta casa está en una pequeña colina con piedra de cal, o mármol color carne, compacto con fractura concoide, que alimenta una calera. Se presenta fracturada en bancos pequeños, como se ven en la barranca de la cañada. Pueden ser intercalados calcáreos del Asencio.
Esta cal de “Calera de Peralta”, dista 14 leguas del puerto de San Salvador y de allí se lleva a Buenos Aires.

Hacia el oeste e inmediatamente llegan al arroyo del Perdido, con molles, sauces y talas´
Pasando este arroyo, rumbo a una estancia contra el Coquimbo, recorriendo unas 9 leguas primero sobre un camino con mucha piedra de cal, donde “no hay más leña que unos cardales inmensos” y después un camino “llano con una calidad de piedras que parecían toscas rojas ferruginosas (Formación Asencio).
El Paso de Coquimbo abunda en árboles, donde hay “buena postería de ñandubay, que es la mejor que se conoce y por su hoja me parece una especie de Mimosa. También observó “palmas de las que se hacen escobas,” las que no exceden la estatura humana. En esta parte del país el carandá o caranday tiene estas características (Tritrinax campestris).

Salen para Mercedes, distante 6 leguas por un camino llano, pareciéndole ver calizas, blanqueando a flor de tierra y por primera vez anota “grandes pedernales para piedras de fusil” (sílice-cuarzo), en uno de los pasos. Pueden ser afloramientos de Mercedes.
 En los “lugares altos asperones rojos de color ladrillo tan armoniosamente dispuestos que aún de lejos nos parecían edificios.” (Asencio).
Todo este trayecto estaría al este de la actual ruta 2.

La arboleda a la derecha de la confluencia del Bequeló con el Negro, les anuncia que llegan a Mercedes, el 7 de junio.
En Mercedes reconoce el puerto con una buena playa,en caída suave con barrancas bajas y presencia de rocas de pedernal (cuarzo) de buena calidad.

Observa varios árboles, varias Mimosas, entre ellas el ñapindá (Acacia bonariensis) y enredaderas, entre ellas “la verdadera Zarzaparrilla Smilax y otra con hojas de grama y semilla tricoca.”
Demorado en la salida por el viento, camina hacia el este y observa “tunas de penca, una de ellas muy erizada y espinas larguísimas y un nuevo heliotropium.” Ve también “tiza o creta, descomposición del sílex, muy diferente de la tierra blanca que hay en las inmediaciones de Montevideo que viene a ser una verdadera marga, descomposición del granito y muy propia para abonar las tierras”.

Le muestran el “árbol de la sal” y por su flor y fruto considera es del género Rawn Wolfia, notando sus hojas redondas y “enterísimas,” de este arbusto espinoso. Le adjudica valor al ser ésta una zona con poca sal. Suponemos se trata del Aspidosperma quebracho blanco.

El 10 de junio cruzan el río Negro y lo costean, dejándolo a la derecha, observando roca calcárea y asperón rojo e islotes de algarrobos con enormes nidos de cotorras y un arbustito que le parece de la misma familia con una larguísima hoja compuesta y 3 espinas en cada axila, la intermedia corva y mayor (espina amarilla, Berberis ruscifolia). Vuelve a ver la palma de escoba (carandá).
Van esquivando pajonales y matorrales por temor a los tigres. Más adelante en una posta le muestran como curtían cueros con hojas de laurel, “una especie nueva dioica de este género”. Se trata de la Ocotea acutifolia.

El día 11 salen hacia la estancia de Haedo y se sorprende al contemplar el río Uruguay, manifestando “jamás he visto lugar que más me hechizase”. Viajando en diligencia y por la premura de la misión, lamenta no poder detenerse. Es la garganta del “famoso Rincón que llaman de las Gallinas”, perteneciente a Haedo.

Circulan por “campos malos para galopar, porque las lomas están cubiertas de arena y minadas de peludos”. Todo parece indicar que son tierras de Tres Bocas, sobre la Formación Salto.

El 12 pasan por las puntas de Bellaco, con mucha arboleda y palmas de escoba y después “campos con cardo asnal y todo tipo de abrojos,” que denotan la fertilidad del Fray Bentos, cruzando primero el arroyo Negro con mucha arboleda, igual al Rabón que atraviesan después.
En el Rabón observa sobre algarrobos viejos “una tunilla rolliza” que arraiga sus troncos.

Llegan a Paysandú, luego de pasar un arroyuelo pantanoso que llaman Sauce(¿Sacra?) y otro nombrado Cangué.


Este último tramo coincidiría bastante con la actual ruta 24.
En este punto, después de 11 días de viaje, la preocupación de Larrañaga es su misión y dedica poco tiempo a las ciencias naturales.
Bajan al puerto por un camino suave, (de coluvión), con árboles parecidos a los del río Negro y otro que no pudo clasificar “por falta de caracteres y por no estar en la estación oportuna.”

En la costa observa pedernales sueltos y ágatas, “en las que la naturaleza ha agotado todos sus caprichos, representando mil figuras como de frutas petrificadas y por tales las tiene el vulgo”. Confirma que estas aguas tienen fama de petrificadoras, viendo grandes trozos de ñandubay en esta forma.

El 15 de junio emprenden el regreso y 2 leguas antes del Román pasan por un área con muchos venados, arenales, pocos cardos y muchos macachines.

Poco antes de paso de Mercedes iban dejando islas de árboles a uno y otro lado, por lo común algarrobos y espinillos. Encuentra en el camino piedra calcárea y “otra tan roja que a veces he sospechado que haya mercurio.”

El día 17 salen de Mercedes, cruzan el Dacá, con arboleda, el camino está cercado por cardos de Castilla.” No se dejan ver ya los peñascos de ¿granito?, sino de piedra calcárea que apenas asoman al ras del camino.”

Luego de una posta pasan un arroyo “que llaman Asencio,” de buen paso, con arboleda.
Iban próximos al rio Negro, dejando “isletas” a la izquierda y después se van separando del río subiendo “unas colinas que llaman los Cerritos, muy parecidos en su forma a los de Montevideo, pero no parecen compuestos de sus piedras pizarrosas y a lo lejos no parecían sino alguna tosca.” La vegetación es de cardos de Castilla y asnal, alfilerillos y Geranium.

Poco antes del pueblo pasan el arroyo de Las Maulas y tropiezan con un pantano que deben esquivar. Perdidos en la noche les informan que deben dirigirse a un ombú, que denomina Phitolaca dioica, aunque vuelven a perderse en “bosques de cardo “y seguían encontrando pantanos. Supongo, que al estar atravesando las tierras bajas de la Formación Villa Soriano, los cardos podrían ser cardillas = caraguatá (Eryngium).
 Finalmente encuentran un “buen camino carril “que los llevaría al puente, en realidad una calzada, media legua antes de poblado, por un sendero llano y arenoso.


Arriban a Santo Domingo de Soriano en el mismo día, 17 de junio.
Describe una calle larga y ancha, “bien cercada de tunales altos (Cactus círeus)” (¿Opuntia?), muy llanas de una pendiente muy suave, sin pantanos ni barriales, sino que caminábamos sobre un terreno firme con una pequeña porción de arena que contribuía al aseo de las calles”.
Observa varias huertas con tierra que no es “ingrata” donde prosperan duraznos, damascos, olivos y naranjos. Comenta que se producen bien batatas y zapallos en tierra arenisca.

El día 18 salen hacia San Salvador (Dolores), inicialmente por el mismo camino que llegaron, dejando a la izquierda el río Negro, sin piedra ni tosca, advirtiendo muy cerca del pueblo conchas fósiles “con que se puede hacer cal y que me parecieron de la misma especie que la de Buenos Aires y que aún se encuentran vivas en el Río de la Plata y puerto de Montevideo”.

Llegan a San Salvador cruzando el arroyo de San Salvador no frente al pueblo, sino aguas arriba, a una milla, en el paso de la Cruz. Cuenta con un puerto que lo comunica con el río Uruguay a unas 6 leguas, aunque sin renta para los frutos que embarcan, principalmente cueros.

El 19 salen de San Salvador rumbo a la posta del Espinillo distante 3 leguas en un camino lleno de cardo asnal y cruzando la cañada de Fulgencio.
Siempre por camino llano, cesan los cardales y aparecen “echium y generario alfilerillo.” Pasan “dos arroyuelos, el Arenal Chico y Arenal Grande y un arroyo que llaman de Polancos, sin arboleda y con mucho ganado en las inmediaciones. Pasando un paso pantanoso llegan al pueblo de las Víboras.
Lo define con muchos árboles en su contorno, en terreno muy desigual, que “ni creo pueda progresar, porque los vecinos no tienen tierras, debiendo pagar el arrendamiento y la semilla”. Lo que está libre de bosque está lleno de abrojales y otras yerbas perjudiciales, por lo que los vecinos siempre han deseado mudarse a la costa del Uruguay, puerto de las Vacas, distante 3 leguas. Así sería, al fundarse Carmelo.

El día 20 salen para San Juan y enseguida el campo cambia, cubriéndose de “hermosa grama”. A las 2 leguas pasan el arroyo de las Vacas, con más arboleda que el de las Víboras, “dejándose ésta ver hasta en las cuchillas, cosa que no había observado ni aún en el Río Negro. “En estos bosques conocí el famoso ¿Yandubay? de que tanto negocio se hace y aunque sin flor ni fruto tiene todo el hábito de una Mimosa espinosa”. ¿Cuál Prosopis?

El campo es muy limpio, con un camino “muy igual”, sin pantanos y a 6 leguas de Víboras pasan el arroyo de las Tunas. Después, a 2 leguas comienzan a ver los cerros de San Juan, “que aún lejos con el sol y a causa de los líquenes de que están vestidos, sus peñascos nos parecieron médanos de arena”.
El camino se “hizo áspero”, observando que los cerros son poco más altos que los de Montevideo, bien cubiertos de verde. Si detenerse por la premura, supone que son granitos.

Cruzan el arroyo Miguelete, “peñascoso y de arboleda,”y a la legua el de San Juan, con más arboleda.
El 21 salen para Colonia, distante 6 leguas, de buen camino, rodeados de cardales de Castilla.
Desde San Salvador el camino parece segur muy próximo a ruta 21.

Llegan al Real de San Carlos, “que era uno de los paseos de la Colonia, pero en el día no hay más que unos cercos de tunas destruidos, encerrando grandes cardales.

Al otro día salen para Colla(Rosario), distante 11 leguas. Pasan el Riachuelo y después el Sauce, con arboleda y buenos pasos y después el Minuán, que es “un bañado de lo más pantanoso”.

 El pueblo está en una llanura, antes del arroyo del mismo nombre, “con miserables chácaras entre peñascales. Debía estar fundado sobre el puerto del Sauce con abundancia de leña de espinillo”: los emigrantes valdenses más tarde concretarían esto, fundando el poblado La Paz.

El día 23 salen para San José, distante 13 leguas(casi la misma de hoy). Cruzando el arroyo del Rosario (Río Rosario), por buen paso de arena y arboleda, entran en la estancia de Rey, cubierta de “chircales, una especie de Molina de la Flora Peruana”. Esta estancia ocupa lo que es hoy Colonia Suiza, Valdense, Colonia Española. 


A 5 leguas pasan el Cufré, hondo y con arboleda, entrando en campos con gramas hasta el Pavón, arroyo con mucha caída y hondo, 4 leguas antes de llegar a San José.

El tramo Colonia-Colla y hasta pasar el Cufré, parece seguir zigzagueando ruta 1, en este último por el paso al norte del actual peaje. 
Dirigiéndose luego a San José por un rumbo aproximado a la ruta 11. Las 4 leguas que menciona desde el Pavón lo confirma.


Al día siguiente salen para Canelones cruzando el río por el paso de José Ignacio, aguas abajo del paso de ida. Por este camino el Cañancha (caña ancha-Cagancha) es pantanoso. Llegan a Canelones pasando por Santa Lucía y el 26 arriban a Montevideo.

Publicado el 31 de mayo del 2022 en Diario Primera Hora de San josé de Mayo,





          

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